Un informe elaborado por la Ad- ministración Nacional de Labo- ratorios e Institutos de Salud Carlos Malbrán hace oficial el terrible problema del resurgimiento de enfermedades por causa de la pobreza y el cambio climático. ¿Qué orígenes tienen la pobreza y el cambio climático? ¿Por qué no se ataca el mal de fondo? ¿Por qué, inevitablemente, hay que atacar la raíz del problema: el sistema capitalista?
El mundo está enfermo o le “falta un tornillo” como dice el tango. Ese mundo tal cual lo conocemos está cruzado por guerras como en Iraq, Afganistán o Palestina, produce millones de desplazados y refugiados y también hambre en vastas regiones del planeta. Millones de personas no saben de que vivir. Enfermedades que vuelven muy fuertes, como la tuberculosis, con 12 mil casos el último año. Algo poco difundido en los medios, o la fiebre amarilla que entra por el norte con varios muertos en Brasil y Paraguay y con un primer deceso oficial en la provincia de misiones.
Destrucción del planeta
También están enfermando al planeta. Sus síntomas son: inundaciones cada vez más devastadoras, huracanes, tornados y tifones más arrasadores, lluvias más incesantes, sequías más intensas, y todo apareciendo donde antes no ocurría. Desaparición de glaciares y barreras enormes de hielo como la de la península antártica. Un ecosistema alterado, en el que las enfermedades encuentran terreno propicio en latitudes no tropicales como el caso de la fiebre amarilla, o provocando la desaparición, o el peligro inminente de ello, de especies enteras. Una contaminación constante de las aguas, el cielo y la tierra. Si existiera un informe oficial realista, tendría que titular: “Calentamiento global: única y última causa del desastre climático y del resurgimiento de enfermedades”. Y ¿Qué cázzo origina el calentamiento global? ¿Nace de un repollo? No. La causa de todo esto es el sistema capitalista, cuya única naturaleza es la sed de ganancia, criterio supremo por el cual se rige la clase social que la sustenta: las burguesías imperialistas y locales.
Money, money, money
Los capitalistas invierten y hacen negocios para obtener ganancias a cualquier precio, incluso la destrucción de la tierra. Se ve claro con la soja: arrasan con enormes montes, no dejan árbol alguno, incendian bosques enteros si eso les permite la obtención de tierras para el cultivo que les deja las más grandes ganancias. El mercado, parámetro que indicador de inversiones lucrativas, retroalimenta esa sed. Es la locura completa. Es como si alguien que tiene sed se dedica a comer cosas saladas. Va a tener más sed. Esa, la libertad de cometer locuras, es la “libertad de mercado”. Lo mismo sucede con los recursos no renovables como el petróleo. La guerra de Iraq es la parte más visible del problema. Es que sin esos recursos colapsaría gran parte de la infraestructura del sistema que se nutre de ello. Y cambiar de tecnología no es redituable. Hasta tanto no se agote hasta la última gota de ese recurso no van a renunciar a las ganancias que les provee su producción. No por casualidad, la mayor cantidad de Anhídrido Carbónico se produce en los grandes países imperialistas del hemisferio norte. Eso es lo que provoca que la atmósfera retenga más el calor de la radiación de los rayos solares que, en situaciones normales, dejarían nuestro planeta. Y la tala de árboles provoca que eso no se absorba, dejando que el planeta tenga fiebre más alta y un cáncer de pulmón que lo carcome.
No van a cambiar
Alguien puede pensar que al terminarse el petróleo la nueva tecnología suplantará el viejo carburante y se solucionaría el percance. Pero hay dos problemas. Uno es que, según los científicos, no queda mucho tiempo para que la tierra colapse, inundando con el derretimiento de enormes masas de hielo en el circulo polar ártico y en la Antártida grandes zonas ribereñas del planeta aumentando mil veces los problemas climáticos que vemos hoy con centenares de millones de personas desplazadas por ese fenómeno natural. También la población mundial crecerá en varios miles de millones de personas por lo que habrá mas hambre y miseria y la comida escasearía por la mala utilización de la tierra y los mismos problemas climáticos. Y el otro problema es que “al que nace barrigón es al ñudo que lo fajen”. Es decir, no hay salida a nada sino se termina con las burguesías imperialistas y nacionales y su sistema capitalista.
No sirven las aspirinas
Algunos plantean que hay un problema cultural en la sociedad. Es algo real. Pero el dominio cultural surge del dominio económico de las clases dominantes y la gran prensa es su vocera implacable. Esto supera a cualquier problema cultural, es un cáncer y no se cura con aspirinas. Hay quiénes como Al Gore, pretenden acabar con este problema haciendo que la responsabilidad recaiga en los consumidores. “Hay que comprar lamparas de bajo consumo, autos que tengan más kilometrajes por litro de nafta”, etc. Es como pedirles a los fumadores que dejen de fumar de un día para otro. Es un problema cultural y de conciencia que no puede resolverse mientras exista el dominio económico capitalista. Poner en un atado que “Fumar es perjudicial para la salud” es reconocer un problema pero no resolverlo.La única salida es cambiar de raíz este sistema económico, social y político. Sentar las bases de una sociedad que no se rija por el criterio de la ganancia sino por el del desarrollo económico, humano y cultural sustentable con el ecosistema de la tierra. Una sociedad que sólo puede cambiar con una revolución que abra paso a esa sociedad, una sociedad socialista, con una economía mundial planificada al servicio de las necesidades humanas. Sólo la movilización permanente, como la de los vecinos de Gualeguaychú, es una condición necesaria para alcanzarlo. Una izquierda abierta, no sectaria ni oportunista y revolucionaria una condición imprescindible para obtenerlo.
Fabio Marucci
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